miércoles, 8 de julio de 2009

Narración de un movimiento...

La cita era a la 2:00 de la tarde, la convocatoria había sido amplia, los diferentes contingentes saldrían del bacho 4, llegamos momentos antes de partir, así que pudimos ver que algunas mantas yacían ansiosas de gritar sus mensajes, mientras otras estaban apenas cobrando vida bajo las manos de los eufóricos adolescentes. Era evidente el contraste entre los que parecían ser lideres, los que esperaban algún tipo de indicación para movilizarse, y aquellos que mientras sucedía su rutina cotidiana decidían si ir o no, si entrar al examen (que intencionalmente les puso el profesor) o asistir a la marcha, algunos otros solo se acercaban curiosamente a mirar lo que estaba pasando.
En el momento organizativo, al tiempo que unos acordaban los últimos detalles con los policías que acompañarían la marcha, otros “boteaban” entre los diferentes contingentes ya conformados. Hasta adelante estaba un grupo de chavos que se distinguía por su vestimenta y sus peinados “punks”, que aparentemente aprovechaban la oportunidad de hacerse notar.
Estando ahí, esperando también que la marcha comenzara coincidimos en la calle con un profesor que llegaba al plantel para dar su clase, (que es a lo que se dedican los profesores) y nos comentó discretamente que le daba gusto ver que los estudiantes se organizaran para rechazar una reforma -que según él- era para beneficio de unos cuantos, haciendo hincapié en la necesidad de la participación docente.
Entre plática, hambre, sed y mucho calor, la marcha dio inicio. Las consignas no se hicieron esperar, y los primeros canticos tampoco, no podía faltar el clásico: “educación primero al hijo del obrero, educación después al hijo del burgués” pero también se dejo ver la creatividad con consignas hechas para la especificidad del movimiento: “Elba Esther Gordillo reforma tu fundillo” o “hoy voy a hacer, hoy voy a hacer una fogata con los putos de la SEP” la energía y las ganas de ser escuchados convivían con cierta incertidumbre y desconocimiento del carácter de la reforma. Lo que pudimos observar mas tarde al llegar al destino de la manifestación, pero al ir marchando eso no importaba, la euforia se compartía con la gente que pasaba: vendedores, gente que observaba desde su ventana e incluso un profesor que pasaba en su auto y que al reconocer a sus estudiantes se detuvo sin importarle el trafico que pudiera causar, para apoyarlos con señas y sonidos de su claxon (acto extremadamente celebrado entre sus alumnos). Algo parecido ocurrió más adelante al pasar junto a un bar en donde al reconocer a quienes se encontraban dentro, se les invitó a unirse: “borracho consciente, se une al contingente”.
Nuestro sentimiento que en un principio era de meras observadoras a cada paso al lado de ellos, se contagiaba de la dinámica, al grado de terminar cansadas de gritar y correr los muy recurrentes “ochos”, que nos hicieron recordar que la condición física se deteriora al pasar los años.
Y llegamos… los cuerpos extenuados descansaban en las banquetas, mientras otros trataban de organizar en la puerta la entrega del pliego petitorio. Fue en ese momento que se hicieron notar las carencias de conocimiento acerca de la causa de la lucha y lo espontaneo de la organización, la carta a entregar no cumplía con el ya común requisito de ser acompañada con fotocopias. Las puertas permanecían cerradas y los funcionarios muy trajeados mirando desde la azotea, a la expectativa y sin intención de recibirlos.
Aprovechando el momento de incertidumbre e inexperiencia, algunos chicos que no sólo no pertenecen a los bachilleres, sino que son parte de diferentes colectivos con líneas políticas bien definidas; trataron de ganar adeptos y de llevar la batuta de las acciones a tomar. Situación que incomodó a varios que dejaron claro que este movimiento era “un pedo del bachilleres”, aunque agradecían el apoyo brindado. Acción que a nuestro parecer reflejó cierta madurez y búsqueda de autonomía.
¡Diálogo público!, ¡Huelga huelga!, ¡Hay que votar, (a lo que unos en tono de burla contestaron: no, hay que tomar!), ¡Hay que hacer presión, si no nos dan una solución, cerramos Miramontes!, ¡Tomemos las instalaciones!, ¡Ya llegamos hasta aquí, ya nos vieron, hay que retirarnos!, ¡Que entre una comisión a entregar la carta!... Fueron las propuestas más escuchadas.

Los movimientos sociales aunque son muy distintos tanto en sus objetivos como en su organización, tienen en común que buscan una transformación.
Hablando del movimiento en contra de la RIEMS (reforma integral a la educación media superior) aunque sus objetivos inmediatos sean los de dar marcha atrás a los planes de reforma, creemos que es posible adaptarlo a esta definición, pues si miramos más profundamente veremos que lo que se busca también es una transformación, en el sentido de un giro de la educación en la que sea orientada por una visión humanística y no por las necesidades del mercado.
Este movimiento recoge elementos de antiguas luchas, pero no se debe entender por ello que sea una repetición, aunque hay una tendencia a usar discursos antiguos, estos son referidos a un contexto actual, que los dota de nuevas significaciones, es interesante ver este fenómeno, pues los chicos que se acercan por primera vez a un movimiento de este tipo, al escuchar las consignas, las refieren a parte de su realidad y no al contexto anterior en el que se originaron, así una lucha con una demanda particular va derivando en lo general, en este caso por ejemplo sucede al darse cuenta de que la educación solo puede cambiar si el sistema en el que está inserta cambia también.
Magdalena González Trejo
Ana Carmen Luna Muñoz
Almendra Ortiz Tirado Aguilar

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